lunes, 15 de junio de 2020

Volar en tiempos de COVID

Y por qué quisiste volar? Me preguntaron..

            Tal vez porque me mimaron en mi primer vuelo a mis 8 años, tal vez porque no pude dejar de ver con ojos maravillados por la ventanilla...

Treinta años después miro con los mismos alborotados ojos por todas las ventanillas posibles y por mi ojo de buey! 

Cuando me toca hacer la segunda guardia me voy al cockpit a ver otro nuevo amanecer, otro nuevo sol naranja rabioso que te obliga a usar tus gafas de sol, abajo Marruecos y mas adelante el Desierto del Sahara. 
Estar arriba cruzando husos horarios,  estar a diez mil metros ganándole a la física adentro del invento presurizado mas hermoso, entre cielos y atravesando nubes, estar ahí y tener la oportunidad de ver el vasto planeta y saber que a esa altura el ser humano es imperceptible al ojo humano,  es la apertura mas grande de mi corazón!

Soy una luchadora y resiliente que entendió que con una sonrisa y un poco de humor, podes darle al otro un momento de tranquilidad, de disfrute, de que doce o catorce horas encerrados a veces no son tan malas como suenan..
Llegamos y se van bajando contentos por cumplir sus sueños, por ver a ese familiar, por ir a recorrer otras culturas, probar otros sabores, oler otros aires, y escuchar otros idiomas, otras sirenas, otros artistas... 
Hermosas maquinas bípedas de cinco sentidos, somos!

Se llega al hotel, se toma una ducha y se ponen las piernas a noventa grados, se aguanta a la cena para desmayarse con la sensación de sentirse afortunado de hacer algo tan dramáticamente apasionado y maravilloso!

Arranco el 2020 con un bolillero repetitivamente hermoso: 
                                  Roma, Roma, Roma... 
Háblame de sabores de gesticular, háblame de belleza en cada giro, de música y de Aperol Spritz en mano, háblame de que los hombres no tienen miedo de acercarse tal vez por una sonrisa y un simple no, gracias.. 
Probé muchas cosas, pero un gladiador como amante, aun no.

Y de repente nos encontramos en un colapso mundial y supe en el primer segundo que tenía que estar ahí arriba, haciendo lo que amo solamente que el fin era traer de regreso a casa a quienes sus sueños se vieron radicalmente transformados en la necesidad de volver. 

Hice unos cuantos vuelos en lo que llevo en esta profesión, y jamas pensé que iba a hacer vuelos de repatriación, jamas vi tanta fragilidad humana junta.

El primer vuelo después del despegue de Cancun hacia Buenos Aires rompí en llanto porque no había mas lugar en el avión, porque quedaron mil setecientos argentinos esperando ser el siguiente en la lista de espera, porque al subir cada pasajero sentimos su amor.... 

“No me agradezcan por hacer mi trabajo, amo esta convulsionada sociedad, amo esta hermosa empresa para la cual trabajo hace veinticinco años y en esta estamos todos juntos como argentinos y como Nación”.

Al principio salíamos de Buenos Aires con el avión vacío, daba cierta desolación y un marcado interrogante en el pecho, cierta mezcla de ansiedad e incertidumbre.
El vuelo de regreso con todos a bordo era mas amor, era ver y escuchar sus realidades, fueron cartas de agradecimiento, y dibujos de niños, fueron aplausos, fueron mi droga y motivación emocional, fue contener y actuar, sonreír y distancia social.  

Hablale al argentino de la distancia social que por mas que la razone y la cumpla se le estruja el alma.

... Y un buen día fui a China junto a otros compañeros a buscar insumos médicos, formar parte de una cadena, ser eslabones para un bien común. 

Un desafío y una experiencia única. Y por qué (?)


Porque a diez mil metros el planeta sigue siendo inexorablemente increíble y porque el ser humano es infinitamente frágil y extremadamente fuerte al mismo tiempo.