domingo, 15 de noviembre de 2015

Gastar... Un camino de ida

De repente me vuelvo compulsiva, desfachatada, fiel seguidora de la filosofía barata, los zapatos de suela y los stillettos.
Pierdo el control y me vuelvo una NO ahorradora...
A los más de cuarenta años que tengo, me cansé de ahorrar.
De chiquita te van crackeando el cerebro, guardá tal o cual cosa para la ocasión ideal, el perfume, la prenda interior, o la blusita, la pollera, las sabanas... Todo para la ocasión perfecta.
Sin querer desde ese lavado cerebral inconsciente, nos volvemos “ahorradores” en muchos otros aspectos de la vida.
Escatimamos los “te quiero, te extraño, me gustas”, escatimamos las palabras bien intencionadas y constructivas y comenzamos una loca lógica a la inversa que se llama derroche de reclamos. Acrecentándose por la hipotenusa de la insatisfacción, en lo personal y en consecuencia para con el otro y uno mismo. 
De repente todo es una carrera, multiplicas por la velocidad de la luz y te perdes en el infinito de una Galaxia empobrecida y ahorrando hasta la sonrisa en un plazo fijo inexistente.

Llegue a mi momento de gastadora oficial!! Voy a hacer reventar mi tarjeta Platinum LIFE.

Quiero gastar todos mis besos en tus labios que me hablan con amor y verdad, quiero gastar todas mis caricias y mis abrazos, quiero bailar en todas las esquinas mientras espero al semáforo darme permiso para avanzar hacia ese infinito que miro mientras sonrío.
Quiero gastar todo en divertirme cada momento en mi soledad y en tu compañía, quiero derrochar en travesuras, chistes primarios y bailes sensuales. 
Quiero gastar las ganas espontáneas de atender el teléfono y jugar con las voces, quiero gastar dos veces en  darme el placer de descansar cuando estoy cansada y el permiso para NO hacer nada, quiero cerrar la cuenta de las culpas, que agarren su “gran carga” y busquen refugio en la Matrix...
No quiero ahorrar en momentos, ni en miradas... No quiero ahorrar en encuentros, en brindis, ni en disfrutes...
No quiero ahorrar en sonrisas, la vida me enseñó que sonreír es liberar alma y quien la recibe le cambia algo, tal vez instantáneamente o tal vez sea una “sonrisa cosecha tardía”... Y está asegurado que alguien la cosechará, UNO mismo para empezar... 
Me rehuso a ahorrar en canciones y notas propiamente desafinadas!
Quiero gastar toda mi energía de deslumbrarme con la belleza de este mundo, con la inocencia de los niños, con el talento de los talentosos innatos, con los libros que emocionan, con los aromas de los bosques y los azules de los mares, quiero aplaudir de pie, saltar en un estadio, tragarme todo el sol de un atardecer y ahogar mi vista de amaneceres...
Quiero que esa tarjeta Platinum, quede como una hoja de calcar. Quiero sacar las mejores fotos de mi vida, con cada pestañear y guardarlo en la nube de mi corazón con copia de seguridad en mi mente.
Quiero que mi vida sea la ruleta rusa de las ganas inciertas del momento...
No quiero hacer planos, ni planes...
Quiero caminar hacia allí, allá o más allá y girar 90 o 180 grados cuando la voluntad me lo indique... Quiero reír y llorar de emoción al mismo tiempo y no ahórrame NI un ÁPICE de tu presencia.
Muy dentro mío sé que mientras me cuestionaba una pérdida, llegó de manera inesperada las locas ganas de gastarme toda la vida! Sin ecuaciones, sin análisis semántico, sin lista de chequeo, simplemente la voluntad caprichosa de HACER...

Se gastadora compulsiva sin lugar a dudas es un camino de ida, que hizo sin querer que nos encontremos nosotros mismos y despojarnos del ahorro emocional.

Nota Al lector. Cuando terminé este POST queriendo gastar todos mis sentidos y mis ganas, sufrí a posterior por cuestiones laborales una hiperventilación, la mas severa que he tenido hasta este momento. Por qué les cuento esto ¿? Porque a casi un mes de haberlo escrito reafirmo y estoy convencida, que somos gloriosamente únicos para estar ahorrando VIDA.
SALUD¡!